El hombre dibujado

la esbilla entintada

Lo de dentro, fuera: «Prótesis», Andreu Martín, 1980, España

Prótesis, Andreu Martín, 1980, España

Hace poco, en el espacio siamés de este, escribía sobre el The Outfit de John Flynn que era como una patada en los dientes, un ejemplo representativo del rudo thriller USA de los 70. Me arrepiento de haber gastado el símil. Sí The Outfit es una patada en los dientes Prótesis tendrá que ser como un mordisco en los cojones. Un mordisco de dientes postizos. No se si esta es la mejor novela de Andreu Martín, aunque dudo que vaya a leer otra suya que me guste más. Tampoco puedo aseverar su carácter refundacional ya que el propio autor había escrito antes en clave negra, y quizás debiera compartir el mérito renovador con el no menos influyente Juan Madrid. Dudo incluso si Prótesis debiera ser tratada como una novela negra pese a emplear sus estrategias y modismo hard-boiled transmutados en retrato vívido de la Barcelona suburbial  y lumpenproletariat de su propio tiempo.

Mano a mano (o casi más agazapado detrás de) con esta representación instantánea, urgente, creíble, táctil de puro sórdida, de puro brutal, de un entorno y unos tipos, el relato se va progresivamente conjurando como un estudio de la lógica del terror. Un terror en estado primitivo, como una bola en las tripas que pesa cada vez más y es imposible de excretar. Cuando el duelo de carácter prácticamente mitológico entre el Migue (o el Dientes) y el Gallego (el policía que le proporcionó su nuevo apodo) se acerque cada vez más, cuando ya se sienta entre sudores y humores sacados del cuerpo la mezcla de babas, metal y sangre, el fondo se difuminará. El constructo de lugares minuciosamente localizados y descritos, el reparto coral de físicos pintorescos, se diluirá en la abstracción. En la abstracción de la violencia y el terror en estado primitivo. Una dialéctica entre la víctima y el victimario, el agresor y el agredido en un mundo, paradójicamente estilizado, de productores/receptores de esa violencia terminal.

Canta Nacho Vegas en otro contexto “(…) y el «la culpa sólo en parte es mía y en parte lo es de los demás»/De lo que se trata es de morir o de matar, de morir o matar.” El Migue y el Gallego solo se justifican al final el uno en el otro y su círculo solo puede ser roto de manera fatal. Con sangre, ira y odio. Tal y como empezó. Es pura catarsis contada a ritmo monocorde. Predestinada.

Esta característica imparable, un avance obsesivo que el autor amplifica a golpe de repetición, de salmodia, de ritmo de latido en las sienes, permite incluso que Prótesis se sobreponga a puntuales defectos de algún pasaje de confusa descripción. El conjunto esta por encima de las particularidades. Como en el cine de Sam Fuller, quien hubiese sido un adaptador prodigioso de una novela de por si muy fulleriana (todo sea dicho Vicente Aranda cometió una interesante traición con su Fanny Pelopaja llevando el carácter sadomasoquista e interdependiente de los protagonistas al punto del amor fou), las incongruencias, la brusquedad, la sucia imperfección, es todo parte de su misma entraña, de su valor y de su estilo.

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