El hombre dibujado

la esbilla entintada

La necesidad: Tarántula, Thierry Jonquet, 1995

Tarántula, Thierry Jonquet, 1995

Si cuando Almodovar toma Tarántula para hacer La piel que habito tiene entre ceja y ceja Los ojos sin rostro de George Franju, Thierry Jonquet hace lo mismo al escribir su novela; con el añadido de la relectura del original literario del film, escrito en 1959 por Jean Redon. La breve novela de Jonquet ofrece una combinación de repugnancia y pasión basada en un ejercicio prolongado de crueldad que se remata en una serie de giros irónicos que implica a tres personajes (aunque parezcan cuatro) cuyas trágicas relaciones están graduadas, como todo el desarrollo de la trama, gota a gota. Estas tácticas narrativo-estilística, el libro comienza in media res, hay distintos saltos en el tiempo, la información se recibe fragmentada, la elipsis retórica manda… están enfocadas a la creación de una atmosfera absorbente, malsana, una inquietud purísima donde el lector se da cuenta rápido de algo que necesita digerir lento.
Richard Lafargue está destruido y construye para destruir. Eva, que fue Vincent, está reconstruida para ser destruida. Alex quiere que lo reconstruyan para evitar ser destruido. La tarántula es Thierry Jonquet, con su estilo al tiempo sinuoso y fiero, elegante y hórrido. Novela negra, de alma, sobre venganza (y su imposibilidad), sumisión (y sus implicaciones sentimentales), la manipulación (y su sentido bidireccional) y el odio como estado vital (alimentado artificialmente) desarrollada mediante una combinación de síntesis, ascetismo y tortuosidad.

Sintétisis narrativa de diferentes puntos de vista, incluyendo una ruptura estilística mediante la aparición agresiva y reveladora de la segunda persona. La cual bien podría corresponder al propio Vincent durante su cautiverio y que esta empleada por Jonquet para demostrar el minucioso proceso de romper una voluntad, de convertir a un hombre en una mascota. Viscosas, quizás sea esta voz la que guarda los mejores momentos del libro. Ascética en cuanto a que el autor es escritor sin alardes ni veleidades, directo peses a la cualidad elíptica y misteriosa de la estructura, basada en la ocultación religiosa de los desencadenantes de la trama hasta el ultimísimo acto. Todo lo cual repercute en una estilización de base que dialoga con las maneras ásperas de un autor que tienen entre sus grandes cualidades la de incrustar relatos negros, frisando la ciencia-ficción como este o incluso en cuento de hadas como en otras ocasiones con un realismo cotidiano y un sentido seco de la violencia personales. Tortuosa, al fin, por suponer una historia de amor esquinada, grotesca y desespera, o grotesca por desesperada (viceversa, incluso) entre un torturador y el objeto de su tortura. Llegados ambos a un punto en el que han borrado todo excepto ellos mismos, en el cual no les queda nada excepto ellos mismos.

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