El hombre dibujado

la esbilla entintada

Epopeya Superheroica: 52 (Vol. 3)

Publicada original e íntegramente en Ultramundo

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*39 semanas. 3 tomos. Todo está ya en la mesa, todo está pasando a la vez y la gran saga superheróica que al DC buscaba desde “Crisis en tierras infinitas” en los 80 ya parece funcionar sola, acoplando la creatividad de un cuarteto de guionistas formidable –Morrison, Waid, Rucka y Johns- y una pléyade de dibujantes amalgamados bajo la energía y sabiduría del gran Keith Giffen, encargado de abocetar cada número y de bastante más, como se colige de los estupendos extras incluido en la no menos magnífica edición de ECC, que permiten un vistazo a la elaboración tormentosa en algunos casos, frustrante incluso por como un determinado autor debe someter sus preferencias a la mayoría. Una serie semanal, nada menos, de protagonismo coral, diferentes líneas narrativas que exploran distintos lugares –y temáticas- del Universo DC permitiéndose, de manera muy sutil  -a veces irónica, a veces reverencial- elaborar un discurso interesante sobre la historia del cómic de superhéroes, sobre su mecánica, motivaciones, significados, tropos e incluso evolución como medio –lo cual le permite a Grant Morrison pincha un poco a Alan Moore con esa enloquecida isla de científicos que remite a un visión ácida de Watchmen–  centrado sobre todo en es “Proyecto Hombre Común” con el52_39 cual Luthor se burla de la comunidad superheróica comprando su herencia, parodiando ese sentido del legado tan propio de los personajes de la DC que la propia compañía parece empeñada en machacar; lo cual hace de “52” una serie de una carga autocrítica insólita que, leída hoy, hace entendible que de los cuatro guionistas tres estén fuera, o finiquitando su relación caso de Morrison, de la DC; y no precisamente en términos amistosos. (LEER)

(…) “52” desafía las convenciones, el paradigma incluso, del comic-book USA de la segunda mitad de los 2000: frente al decompressive storytelling ofrece un regreso a la narrativa puramente tebeística, donde cada viñeta, cada página y cada número rebosan información y significado, hacen avanzar la trama –o las tramas mejor dicho- y evolucionar a los personajes. Entre otras muchas cosas esta prodigiosa serie, quizás el canto del cisne de la DC de los 2000 y una de las grandes sagas superheróicas de la historia (así, como suena) supone una revalorización del lenguaje específico del cómic. Su cuarteto de guionistas conoce el valor de las 24 páginas -21 debido a la cadencia semanal de la colección- y no las malgastan. No me atrevo a asegurar que esto es culpa (o gracias a) el 52_26impulso energético y teórico de Grant Morrison, pero me gusta pensarlo; más que nada porque es algo que está presente en toda su obra, en especial en la reciente, junto a un progresivo interés en las posibilidades de ya comentada narración simultánea, uno de los mayores activos de “52” como experiencia con las posibilidades del medio más allá del disfrute evasivo, adictivo y hedonista que la serie garantiza en abundancia.

Tampoco quiero dar la impresión de que esta serie, poderosa, emocionante, se reduce a tres guionistas poniendo orden en la tormenta de ideas de Morrison; no. Cada uno aporta lo mejor de sí mismo, permitiendo que su ideas germinen en espacios ajenos, dando frutos novedosos y la sensación de un todo orgánico, natural, donde las mejores facultades de cada cual se ven potenciadas por las de los otros. Lo cual significa en el caso del escocés las ideas locas, lo”más grande que la vida” como sistema natural y el empeño en resucitar el espíritu del “todo vale” de la Silver Age aquí combinado con los tebeos cósmicos de los 70. Pero también la cercanía de Mark Waid, su facilidad para aproximar al lector al superhéroe, o el melodramatismo desaforado y trágico de Geoff Johns conduciendo a ese anti-héroe portentoso que es Black Adam, el lado oscuro de la Familia Marvel, marcado por un fatalismo que tendrá su corolario en toda una serie de sucesos que ocuparán el cuarto tomo de la saga. Aunque quizás quien se lleve lo más memorable de este tercero sea Greg Rucka, construyendo minuciosamente al nuevo Question a partir de la maravillosa relación entre Vic Sage, el creado por Dennis O’Neil y Denys Cowan en los 80, y Renee Montoya uno de su personajes fetiches protagonista ya en la formidable “Gotham Central”. Es esta amistad la que sintetiza en su elegante resolución narrativa y formal las mejores virtudes de “52” como tebeo de superhéroes, y como tebeo a secas: emotividad, amor por los personajes y por el medio, significado de las acciones y consecuencias de las mismas, espíritu de superación en los peores momentos y lo que de verdad significa ser un héroe.52_27

2 comentarios el “Epopeya Superheroica: 52 (Vol. 3)

  1. John Space
    29 Jun 2013

    Aún recuerdo con cariño este 52, pues fue uno de los libros DC que marcaron mi regreso a los superhéroes. Y es un buen punto de partida no sólo para el DCU de aquellos años, sino también para los anteriores.

    • adrián esbilla
      29 Jun 2013

      Pues sí, esto si que fue un reinicio en condiciones. Los personajes parecía como nuevos y a la vez hacía notar siempre el peso de su enorme pasado; todo ello sin perder de vista una historia grandiosa de superhéroes.

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